jueves, 24 de septiembre de 2009

LA TORRE DE LA ANTIGUA ERMITA DEL PUEYO (BELCHITE)





LA TORRE DE LA ANTIGUA ERMITA DEL PUEYO (BELCHITE)

¡Viva Belchite que tiene
Cuatro torres y un Calvario
Y a la orillita del río
Un hermoso Seminario!

Cuando se visita por primera vez el santuario de Nuestra Señora del Pueyo en Belchite, llama la atención el lugar donde se encuentra la torre y la altura de ésta en comparación con las cúpulas de la iglesia principal. Pronto se desvanece el enigma cuando se averigua que la torre pertenece a la primitiva ermita cuyos restos pueden contemplarse y que la iglesia principal se inauguró en 1725.

Posiblemente la Cofradía religioso-militar, fundada en 1122, estuvo asentada en el Pueyo y desde aquí partían sus operaciones en defensa de la frontera. Su carácter religioso (mitad monjes, mitad soldados) promovería e impulsaría el culto a Nuestra Señora del Pueyo. Así lo afirma Victor Azagra Murillo (Guía para visitar santuarios marianos en Aragón) pero sin citar fuentes documentales.

No conocemos datos documentados sobre la primitiva ermita y torre. Sabemos que el llamado políptico de Belchite se construyó en 1439 para colocar en él la imagen de la Virgen en la antigua ermita.

Si observamos la torre, podemos comprobar que es toda de ladrillo cara vista, asentada sobre una base de piedra labrada; que está formada por un cuerpo cuadrangular al que le sigue otro octogonal y que termina en un capitel con su veleta. A su vez el primer cuerpo está dividido al exterior en tres partes: las dos primeras rematadas por series de tres arquillos ciegos con líneas de adorno (en el interior está alojada la escalera de tramos desiguales) y la tercera, con arcos mayores. En el que mira hacia el pueblo, está colocada la campana.

El otro cuerpo octogonal tiene arcos de buen tamaño enmarcados y con una línea de adorno que los separa de unas pequeñas aberturas junto al capitel.

En resumen podemos decir que es de estilo mudéjar y, aproximadamente, construida en el siglo XIV. Y que, desde hace años, está necesitada de una generosa restauración.

JULIO MARTÍN BLASCO

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